Deidades celtas

Réplica del incompleto Pilar de los Barqueros, de París, con cuatro dioses, entre los que está la única representación de Cernunnos en mencionarlo (izquierda, segundo desde arriba).

Los dioses y diosas de los pueblos celtas precristianos son conocidos por una variedad de fuentes, entre las que se incluyen antiguos lugares de culto, estatuas, grabados, objetos de culto y nombres de lugares o personales. Los antiguos celtas parecen haber tenido un panteón de deidades comparables a otras de la religión indoeuropea, cada una vinculada con aspectos de la vida y del mundo natural. A causa de un proceso de sincretismo, tras la conquista romana de áreas celtas, estas deidades celtas fueron asociadas con sus equivalentes romanas, y su culto continuó hasta la cristianización. Se encuentran pocas imágenes de deidades en el arte celta prerromano, y estas son difíciles de identificar, en tanto carecen de inscripciones, pero en el período posterior a la conquista se hicieron muchas más imágenes, algunas con inscripciones mencionando a la deidad. Así pues, la mayor parte de la información específica que poseemos proviene de escritores latinos y de la arqueología del período post-conquista. De manera más tentativa, es posible establecer vínculos entre antiguas deidades celtas y figuras de las literaturas galesa e irlandesa proveniente de la Alta Edad Media, si bien todas estas obras se compusieron mucho después de la cristianización.

El locus classicus respecto a los dioses celtas de la Galia es el pasaje que aparece en el Commentarii de Bello Gallico (Comentarios sobre la guerra de las Galias, 52-51 a. C.) de Julio César en el que nombra seis de ellos, así como sus funciones. Escribe que Mercurio era el más adorado de todos los dioses y que se podían encontrar muchas imágenes de él. Mercurio era considerado el inventor de todas las artes, el patrón de los viajeros y comerciantes y el dios más poderoso en lo que respectaba al comercio y las ganancias. Después de él, los galos adoraban a Apolo, quien ahuyentaba las enfermedades, a Marte, quien controlaba la guerra, a Júpiter, quien gobernaba los cielos, y a Minerva, quien promovía las artesanías. Añade que los galos consideraban a Dis Pater como su ancestro.[1]

Como era característico entre los romanos, César no se refiere a estas figuras por sus nombres nativos, sino por los nombres de los dioses romanos con los cuales los equiparaba, un procedimiento que complica la tarea de identificar a tales deidades galas con sus contrapartes en la literatura celta insular. También presenta una ordenada descripción esquemática de cada dios con una función específica correspondiente que es bastante ajena al testimonio literario vernáculo. Sin embargo, con todo y sus limitaciones, el breve catálogo de Julio César es un testimonio valioso.

Los dioses nombrados por César están bien documentados en el registro epigráfico posterior de Galia y Bretaña. Con frecuencia, sus nombres aparecen combinados con teónimos y epítetos celtas nativos, como Mercurio Visucius, Lenus Marte, Júpiter Poeninus o Sulis Minerva. También están muy extendidos teónimos no sincretizados, particularmente los de diosas tales como Sulevia, Sirona, Rosmerta y Epona. En total, varios cientos de nombres que contienen un elemento celta están documentados en Galia. La mayoría ocurren solo una vez, lo que ha llevado a algunos académicos a concluir que los dioses celtas y sus cultos eran locales y tribales en vez de nacionales. Quienes apoyan esta postura citan la mención que hace Lucano de un dios de nombre Teutates, lo que interpretan como «dios de la tribu» (se cree que teuta- significaba «tribu» en celta).[2]​ También es posible explicar la multiplicidad de nombres de deidades de otras maneras: muchos, por ejemplo, pueden tratarse simplemente de epítetos aplicados a deidades principales por parte de cultos ampliamente extendidos.[cita requerida]

  1. Julius Caesar, Commentarii de Bello Gallico 6:17-18
  2. Paul-Marie Duval, Les dieux de la Gaule, Éditions Payot, Paris, 1993. ISBN 2-228-88621-1

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